La preocupación por una alimentación más sostenible implica analizar la huella ecológica que provoca el consumo de ciertos alimentos cuando provienen de lugares lejanos. ¿Por qué comemos manzanas, naranjas, uva o tomates de países lejanos cuando todos estos productos los podemos producir cerca de casa? Analizar la cantidad de energía consumida en el transporte y el consecuente impacto ambiental nos hace reflexionar sobre los hábitos de consumo.

Frente a este hecho surge con fuerza la idea de promocionar los productos de proximidad. El concepto de producto Km 0 es una propuesta. Se trata de productos producidos a menos de 100Km del lugar dónde se han consumido. Como siempre, la simplificación con ánimos de etiquetar y clasificar produce imperfecciones. Puede que tenga menos huella ecológica el transporte en tren desde 500Km que el transporte en camión desde 100Km.

Personalmente estoy de acuerdo en qué etiquetar la proximidad con el número de kilómetros es demasiados simple. Si me permitís un paralelismo, recuerdo cuando viví lejos de casa un par de años en una época que no había internet (sólo estamos hablando de hace 18 años!), me sentí más próximo a mucha gente que ahora, cuándo vivo más cerca. Des de la lejanía nos escribíamos cartas hechas a mano y nos explicábamos la vida como ahora ya no lo hacemos. Por lo tanto, la proximidad se puede definir también desde un punto de vista más conceptual o emocional, en el caso de la agricultura conocer el productor, visitar el lugar dónde se ha hecho o, incluso, participar en el proceso de producir.

(blog de Josep M. Vallés)